domingo, 24 de junio de 2007

Capitulo VI. De cómo nombro a Anna como tal por primera vez

Anna, la abogada, me llamó hoy, sin excusas. Anna tiene una historia personal rota y una amiga celosa y compresiva a la vez. Anna no tiene pena de decir lo que le pasó pero lo nombra poco. Anna no duerme, dice Spinetta, y lo que me parece es que si ella no duerme, el que duerme soy yo. Anna bailaba en el bar y un accidente nos unió en un movimiento sordo. La música pasó al plano posterior, degeneró por completo en un cadencioso susurro de lascivia. No nos tocamos, no nos besamos, no hablamos de más. No buscábamos en el otro lo que los demás buscaban. No buscábamos nada. Pero nos encontramos.

Sin hablar siquiera nos sumergimos en el ritmo. No sé cuanto tiempo pasó antes del nombre, antes de la etiqueta del recuerdo. Salió como una pregunta obligada y de ello derivó lo demás. Yo soy Anna, dijo entre el beat agresivo y yo que sonrío con todos mis dientes y digo mi nombre así nada más: César.

He llegado a pensar que lo que necesito es esto. Todo tan raro, tan acartonado. Me estrello en mis vacaciones, me hago mierda, luego viene el hospital, una enfermera solitaria que la agarró conmigo, un doctor de 24 años tan poco fiable, un avión de vuelta a Colombia, una escala en Bogotá y de golpe entre el mareo por el cambio de presión y el principio de gripe llega una nena en un bar medio a oscuras para obligarte a pensar en quedarte unos días.

No necesito teorías literarias, necesito algo de ella. Ella que tiene el cabello de una adolescente. Ella que no quiere ceder. Ella que asciende y desciende en mi cerebro en las noches dependiendo de mi flujo sanguíneo. Ella que llamó por primera vez hace un rato -yo ya la había llamado, no me voy a hacer el conquistador- y prometió llamar mañana. Ella, la que quiere verme de nuevo.

2 comentarios:

X. dijo...

Noto que tu espacio es virgen. Bueno, no más. Leí todo en orden y comento en este último, me parece lo más apropiado. Yo soy decente aunque digan lo contrario, y no sé qué tiene que ver una cosa con la otra.
Pregunto: ¿Ésto seguirá?
Respondo una pregunta tácita: Está muy bueno.
Agradezco: Tu pasada por los dos sitios, el cenicero y la revista.
Me despido... pero antes... nada...antes...nada.
Cambio y fuera.

bosque de pinos dijo...

muchas gracias beat, y por las pasadas por allá... bueno, lo que se hace necesario no puede ser agradecido. de nada.